+ Sus personajes de la vida humilde y sufriendo desgracias, clave de su éxito
+ Tenía fama de mujeriego, y por un problema amoroso, lo orilló al avionazo
por Héctor ESPINOSA FLORES
A 53 años de la trágica muerte de Pedro Infante su popularidad sigue sorprendiendo no solamente a los mexicanos, sino en muchos países del mundo, porque se le sigue recordando no solamente en la fecha de su muerte, sino también en forma frecuente viendo sus películas, muchas de las cuales son verdaderos clásicos del cine campirano, o verdaderos dramas que siguen estremeciendo los sentimientos de los espectadores, aún cuando ya hayan visto sus películas en muchas ocasiones.
Y vale la pena advertir que todas las películas de Pedro fueron del género musical, porque en casi todas canta cuando menos una canción completa. Incluso, a pesar de que en la época actual este género ya pasó de moda y no le agrada a mucha gente, sus películas siguen llamando la atecnión y muchos incluso las han camprado para tenerlas como una colección.
Pedro Infante Cruz, nacido el 18 de noviembre de 1917, en Mazatlán, Sinaloa, pero llevado desde muy pequeño por sus padres a Guamúchil, después la consideró realmente su tierra natal. Sus padres eran de condición muy humilde. Su padre era músico y quizá de ahí surgió su afición por la música, aunque también desde muy joven fue muy aficionado a la carpintería.
En 1932 entró a formar parte de la Orquesta Estrella de Culiacán. Muy pronto se casó a pesar de que tenía mucha suerte con las mujeres. Su primer matrimonio fue en 1932 con María Luisa León, quien le abrió las puertas para que entrara al ambiente artístico. Y no fue nada fácil, porque anduvo tres anos cantando en varios restaurantes, hasta que se presentó en la estación de radio XEW y de ahí salió con un contrato en sus manos.
Le pagaban 12.50 por cada programa. Y en esa época fue cuando aprendió a leer y escribir, porque ya iba a trabajar en películas y tenía que leer y aprenderse los guiones.
Es innegable que el gran éxito de Pedro Infante, se debió al cineasta Ismael Rodríguez, quien dirigió gran parte de todas sus películas que lo llevaron a la fama también en la pantalla, luego de que ya era todo un ídolo en la radio por sus canciones.
Incluso, su cinta póstuma “Tizoc”, al lado de María Félix, logró un gran éxito a nivel internacional, habiéndosele otorgado el Oso de Oro, del Festival de Berlín, en forma póstuma, por considerar que su actuación era la mejor. Y sobre este tema, vale la pena advertir que su talento en el cine demostró el viejo dicho popular que dice que “nadie es profeta en su tierra”, porque mientras en el extranjero lo premiaron, aquí la Academia Mexicana de Artes Cinematográficas jamás le entregó un premio por sus actuaciones. Sólo lo nominó para el Ariel por sus actuaciones en 1947 por “Cuando lloran los valientes”, en 1948 por “Los tres huastecos” y en 1953 por “Un rincón cerca del cielo”. Pero por sus cintas que más impacto y éxito tuvieron y siguen teniendo, “Nosotros los pobres”, “Ustedes los ricos” y “Pepe el Toro”, ni siquiera le merecieron que lo nominaran como mejor actor.
Sin embargo, como decía Steven Spielberg cuando no lo premiaban con el Oscar a pesar de sus exitasos con “E.T.”, “Tiburón”, “Encuentros cercanos del tercer tipo”, “El imperio del Sol”, “El color púpura”, lo que más importa es el reconocimiento de los que ven la película.
Y han sido de tal éxito esa trilogía de películas mexicanas que cuentan con un creíble y lacrimógeno melodrama, que hasta la fecha se sigue recordando, por ejemplo, cuando Pedro cantaba “Amorcito corazón” y el chiflidito con el que llamaba a su amada, “la chorreada”, personaje que interpetó Blanca Estela Pavón, quien era realmente su pareja amorosa, con la cual viajaba en su primer accidente aéreo, que le provocó a Pedro la rotura de cráneo y fue necesario que le pusieran una gran placa de plata sobre casi toda su frente y que se le notaba perfectamente en algunas de sus cintas.
Pedro Infante, además de sus amores, le gustaba ser intrépido y “aventado”, como por ejemplo cuando exigió que le permitieran que él mismo y no un extra –como se lo exigía el director Ismael Rodríguez- manejara la gigante motocicleta que usó en “A.T.M. A toda máquina” pero no era sólo para manejarla, sino hasta para realizar las acrobacias, donde interpreta junto con Luis Aguilar a un policía motorizado.
Y también muy pronto cumplió su anhelo de enseñarse a volar y compró su propio avión –cuando ya la suerte le favorecía grandemente como actor de cine y cantante- en 1951, el cual destruyó en su primer accidente. Compró luego en 1957 una línea aérea que contaba con 12 aviones.
Sus películas tuvieron y siguen teniendo mucho éxito, porque interpretó a personajes creíbles y del género popular: carpintero, agente de tránsito, ranchero enamorado, a los que les sucedían problemas que muchos han tenido dentro de ese círculo social deprimido, pero también cautivaba por su simpatía y carisma, por su porte de hombre enamorado.
El se inició en el cine fue como extra en 1939 en la cinta “En un burro tres baturros”, luego trabajó en dos cortometrajes, y después como integrante del reparto en “La feria de las Flores” en 1942, que no tuvo éxito. Y es que en sus comienzos era bastante tímido y su voz era demasiado débil, como entre dientes y eso provocó que en sus primeras películas fuera necesario que otro actor le pusiera su voz. Su primer gran éxito en la pantalla llegó en 1946 con “Los tres garcía”. Fue tanto el éxito que tuvieron que hacer una secuela titulada “Vuelven los García”.
Y al igual que el drama que muestra en la pantalla “Un rincón cerca del cielo” donde interpreta a un hombre muy pobre –Marga López era la esposa- que vive en la azotea de una casona y se le muere su hijo por falta de medicamentos y de dinero, y le ayuda Antonio Aguilar, pero cuando ya era demasiado tarde porque el niño había muerto. Depués, él mismo lo ayuda a presentarse como cantante en un restaurante, luego se hace famoso y presuntuoso, alejándose de su esposa, y precisamente así lo hizo en su vida real, porque se notaba que el éxito lo abrumaba. De tal forma que pronto dejó a su esposa y se relacionó con sus personajes en la pantalla, con Irma Dorantes –con quien tuvo una hija en 1955- se casó pero el matrimonio luego fue anulado porque no había concluido el juicio del primero, y luego con Blanca Esthela Pavón –que murió cuando viajaba junto a Pedro en la avioneta-, pero después se casó con Lupita Torrentera, -quien por cierto tiene familiares que siguen viviendo en Colima- y ella escribió en 1991 un libro titulado “Un gran amor: la verdad en la vida de Lupita Torrentera y Pedro Infante”, editado por editorial Diana.
Precisamente el día que ocurrió la anulación de su matrimonio con Irma Dorantes, Pedro decidió viajar como copiloto en un avión carguero de Famsa –de la que era socio- desde Mérida hasta la ciudad de México para negociar el divorcio con María Luisa León, al despegar el avión se desplomó a tierra y murió instantáneamente Pedro, el 15 de abril de 1957. Su sepelio fue realmente espectacular y estremecedor al ver la gran cantidad de personas que participaron en el sepelio y los que estuvieron en las calles.
Fue también un gran devoto de la Virgen de Guadalupe y en 1954 cantó durante 30 horas sin parar en un maratón para recabar fondos para la Basílica de Guadalupe, logrando recaudar más de un millón 300 mil pesos.
Jamás tuvo problemas de alcoholismo. No tomaba ni en las fiestas. Decía que sólo se bebía dos copitas de coñac como estimulante sexual, poco antes de tener una reunión con alguna mujer.
Irma Dorantes, quien aseguró en 1997 que ella fue la verdadera dueña –amorosa- de Pedro Infante, no quiso ni ha querido decir si es cierto que Pedro le mandó componer una canción especial, pero después se supo que fue “Nuestro amor” que le escribieron especialmente Rubén Fuentes y Alfredo Cervantes.
Para los y las colimenses Pedro Infante fue su ídolo tanto por sus canciones como por las películas que filmaba, pero también se dieron el gusto de tenerlo frecuentemente de visita por la ciudad de Colima. Llegaba en su auto negro convertible y lentamente recorría la calle principal desde el jardín Núñez hasta el jardín principal. Y si veía a una escultural mujer caminando, arrimaba su auto a la banqueta y lentamente circulando, le lanzaba piropos. Luego, enfilaba hacia el poniente de la ciudad, para ir a visitar a su amigo de preferencias sexuales diferentes. Esto, por cierto, es un tema que no ha sido tocado jamás en ningún libro sobre su vida. Así ha quedado como un rumor, que Pedro también tuvo preferencias sexuales diferentes. Y quizá el único documento con el que se puede comprobar que Pedro sí venía a visitarlo, es una foto que tiene en su poder el profesor Andrés Bejarano Fuentes y la cual incluirá en un libro que está preparando editar, dedicado al inicio y muerte de algunas famosas salas cinematográficas en esta capital.
Hasta el domingo. Mi correo: hmef@msn.com